¡Hola Olinguitos y Olinguitas!
Hoy os traemos diferentes actividades para trabajar las emociones, en concreto la alegría, la tristeza, la ira y el miedo.
Educar en emociones es muy importante en la etapa de infantil tanto en la escuela como en casa. Las competencias emocionales de los niños pequeños son necesarias para conocer sus propias emociones y las de los demás, para que sean capaces de regular sus emociones y expresarlas con asertividad. Todo esto contribuye a una buena adaptación social y académica.
COMENZAMOS...
¡LA ALEGRÍA!
El árbol de la alegría. En esta actividad les pediremos a los niños que nos expliquen situaciones desagradables y agradables y pondremos dos carteles, cosas que nos gustan y cosas que no nos gustan. Y les enseñaremos que las situaciones desagradables se pueden convertir en agradables.
Posteriormente les daremos un dibujo de un árbol con raíces y ramas. En cada raíz se dibujarán las cosas que no les gustan o les cuesta hacer. En las ramas las cosas que les gustan y le hacen sentirse felices.
Todo aquello que vayamos convirtiendo en positivo razonando, lo pasaremos de la raíz a las ramas.
Al finalizar se deberá conseguir que la mayoría de las cosas estuvieran en las ramas.
¡LA TRISTEZA!
¡Se me ha roto! A veces vivimos situaciones en las que no sabemos cómo actuar y necesitamos que los demás nos presten ayuda. A veces la tristeza tiene como función el solicitar ayuda a los demás por ello de esta actividad.
La actividad tiene como objetivos desarrollar habilidades de relación, expresividad, sensibilidad y ayuda a los demás. Adoptar una actitud positiva en la resolución de problemas cotidianos.
El educador deberá mostrar una lámina de un personaje que tiene un problema: “Pablo estaba mirando un cuento cuando, sin querer, mientras pasaba la página, se le ha roto una página del cuento”
Al acabar preguntaremos a los niños, ¿Qué le ha pasado a Pablo? ¿Cómo crees que se debe sentir? ¿Cómo se sentirían ellos? ¿Si se le ha roto alguna vez un juguete sin querer? ¿Si han llorado? ¿Qué pueden hacer ahora? ¿Cómo le ayudarías?
¡LA IRA!
El bote de la calma. El “bote de la calma” no es más que una botella con pegamento líquida y purpurina. Simplemente con agitarlo se genera sus beneficios, y si les acompañamos con enseñarles a los pequeños a tomar unas respiraciones profundas mientras se concentran en lo que sucede con el bote, mucho mejor.
Según algunos estudios, mientras que el niño observa la caída de brillo, puede organizar y centralizar el sistema nervioso. Cuando el niño está estresado, su ritmo cardíaco se acelera junto a su respiración y al ver la lenta caída del brillo, genera un modelo visual para inconscientemente entregar una señal al cerebro que disminuya la agitación. Además, mientras sucede esto, el adulto puede proporcionar un espacio para que el menor trate de explicar las razones de la tristeza, la ira o la frustración.
¡EL MIEDO!
El fantasma come miedos. Esta actividad consiste en que nosotros dibujaremos un fantasma en papel continuo y lo presentaremos a los niños diciendo que es un fantasma que se come los miedos de los niños. Primero los niños pensarán que cosas les dan miedo y luego tendrán que dibujar o escribir dependiendo la edad, esa cosa o situación que les da miedo y la pegaremos en el fantasma.
¡Espero que os haya gustado mucho y lo pongáis en práctica! Si tenéis alguna sugerencia escribirnos nos encanta que nos deis ideas y aprender con vosotros... Muchos besitos de la Oliguita Alejandra
"Educar la mente sin educar el corazón
No es educar en absoluto"
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